En la intervención 12 de maio. 86 cabodano rememoro el fusilamiento de mi abuelo José Caldas Iglesias en Vigo, el 12 de mayo de 1937.
Esta intervención se realizó en la calle Privada Moderna de Vigo, donde vivió mi familia materna entre los años 50 y los 70. Se trata de un lugar de vínculo familiar, de juegos infantiles en la calle, con una gran carga emocional para mi y para mi familia. Es, además, un espacio de una gran potencia visual y por su situación y características constituye una especie de isla en plena ciudad: esta calle, sin salida y elevada respecto de la concurrida calle Urzáiz, es muy desconocida para las gentes de Vigo, queda fuera del bullicio urbano e incluso parece que allí el tiempo quedó suspendido.
Por ser un lugar recogido, calmo, poco iluminado y con muy buena acústica es, desde luego, un lugar idóneo para una proyección fílmica. Pero también las capas de historia que se superponen en la Privada Moderna proporcionaban un contexto inigualable para realizar esta intervención: una barriada obrera construida en los años 30 en la que habitaban trabajadores del ferrocarril, a la que posteriormente se le añadió un piso y siguió alojando a familias de clase popular, está hoy poblada por unas pocas familias que defienden su derecho a seguir residiendo en su vivienda de toda la vida y resisten al acoso de un «banco malo», la Sareb, cuyo objetivo es que la barriada se degrade para que sea declarada en ruinas y así poder derribarla y especular con el solar.
La intervención constaba de dos elementos y se desarrolló en dos tiempos. Por una parte, imprimí en una tela de gran formato el retrato que mi familia materna se había tomado en el estudio Pacheco hacia principios de los años 30. Es el único retrato del grupo familiar que existe y está incompleto: en él posan mi abuelo José Caldas, mi abuela Marina Vázquez, sus hijas Marina y Carmucha y sus hijos Manolo y Pepe; falta mi madre, Pacita, que aún no había nacido. Esta tela, colgada frente al portal de la vivienda familiar, funcionaba como un telón de fondo delante del que se fotografiaron personas de la familia Caldas, incluyéndose de esta forma en un retrato de familia que nunca pudo ser, posando junto al antepasado asesinado que no pudimos conocer. Esta acción se desarrolló a lo largo de la tarde, por allí pasaron varias generaciones y a este homenaje también se sumaron vecinos de la Privada. El telón quedó suspendido el resto de la jornada, de tal modo que la función de memorial privado que dicha fotografía de grupo había cumplido dentro de la familia, era superada por una función conmemorativa y política.
En un segundo momento, al caer la noche y abierto al público, se proyectó un audiovisual sobre mi abuelo y mi familia donde predominan imágenes del álbum familiar y de documentos de diversa índole, fotografías de Pacheco, así como imágenes fijas y en movimiento tomadas en la actualidad en los lugares de los acontecimientos relatados. Las imágenes son acompañadas de mi voz en off describiéndolas en un atento escrutinio, interrogándolas, haciéndolas hablar, completando lo que está omitido, sacándolas de su inmovilidad, proporcionándoles fluidez y vida. Texto e imagen se entretejen para contar una historia de pérdida y de violencia donde se entrecruzan pasado y presente, la historia familiar y la historia colectiva, la memoria personal y la historia social. Un relato que demanda responsabilidad y justicia, en el que la mirada feminista es persistente y en el que, a ratos, la emocionalidad es rebajada mediante un distanciado análisis fotográfico.
Esta intervención se inscribió en el programa Cabodano II. Andaina desarrollado por el Centro de Estudos Fotográficos de Vigo con motivo de la finalización de su actividad editorial y en el que se invita a artistas a trabajar sobre los libros publicados por el CEF. En mi intervención, el punto de partida fue el libro Arquivo Pacheco de la colección álbum. De conformidad con el significado del término «cabodano» (en castellano, aniversario de la muerte de una persona), quise realizar mi intervención el 12 de mayo de 2023, cuando se cumplía el 86 «cabodano» del fusilamiento de mi abuelo.
Unos meses después, repetimos la acción de fotografiarse con el retrato de familia como telón de fondo. Así, pudieron incorporarse al homenaje, algunos miembros de la familia Caldas que no habían podido estar el 12 de mayo.